Esta
mitología comienza de derecha a izquierda, de abajo a arriba o como lo quiera
interpretar, todo es un manojo de hombres locos y mujeres liberales, un
manifiesto, un mero escrito político sobre la vida y decadencia (también
llamado “demencia”) de Lucero Lemus y Damián Cárdenas. El descenso a las
catacumbas mentales y el ascenso a la gloria de dos nómadas, dos almas libres
rompiendo las cadenas impuestas por la soberbia y tirana sociedad. Cabe
destacar que este manuscrito fue robado/obtenido en el Cairo en Egipto, traído
de la India por un español idiota.
Aquí
se recopilan las desgracias, desventuras y pasos de dos nómadas que a los 20
años, decidieron convertirse en Kerouac, en Ginsberg en ángeles mahometanos
transformados en prosa de blues y jazz, viniendo de los barrios más decadentes,
de la ciudad del chapo Guzmán, la ciudad de los carteles, la marihuana y los
alacranes, de los infinitos desiertos del tiempo. La otrora y tranquila ciudad
colonial de Durango, ahora reducida a cenizas por la guerra contra el
narcotráfico.
El
camino de penitencia en los años de los descabezados, desaparecidos y
ensarapados, a través de un valle de lágrimas, miedo y asco en un mundo el cual
no tuvimos decisión de elegir.
Los
senderos hacia los cuales se encontraron vagando por autopistas imparables en
Alemania, y como llegaron a las pirámides de Egipto montando en camello, o
atravesaron el desierto de Wadi Rum en Jordania con 2 dólares en la bolsa, y
como lograron escapar de las prisiones árabes por ser acusados de traficantes
de droga mexicanos.
Esto
no solo es un libro de viajes, es un escrito político, un grito desesperado por
despertar a las mentes de una generación a la que se le enseño a obedecer, y no
a pensar, a una generación que creció teniendo como Dios a una caja idiota con
50 canales y atados a un celular. Una ola de jóvenes que como todos, nacieron
con una responsabilidad en los hombros que nadie les dijo que cargaran, y sin
embargo lo han estado haciendo por años, aplastados por la maquina opresora de las
modas, las marcas, el capitalismo pseudoyankee, los estereotipos, lo material y
superficial. Es una revolución literaria, una caída del muro de prejuicios y
tabúes que rodean a una sociedad en la que creen, que solo los ricos pueden
viajar, que solo los acaudalados pueden tener el privilegio de conocer otras
culturas y empatizar con ellas, que el proletariado tiene que trabajar sus
jornadas y no dudar del porqué, que el obrero es solo una estadística y que sus
sueños o metas no tienen relevancia en un mundo preso de la economía.
Si
usted es sensible a otras formas de vivir y pensar, por favor cierre este libro
y continúe con su jornada laboral de 8 horas,
Un
eterno agradecimiento a Jack Kerouak, Ernest Hemingway, Allen Ginsberg, William
Burroughs, Chris Mccandles, que a traves de sus letras y su puño, nos enseñaron
otros mundos en la imaginación, mundos que ahora recorremos, y seguimos sus
pisadas, a todos aquellos que se atrevieron a convertir una mochila en su
hogar, y que portamos los callos de los pies, como heridas de guerra.
Nunca
sabré porque los policías después de golpearme varias veces, apuntarme en la
cabeza con las armas, tumbarme al piso y volverme a golpear, no decidieron
matarme. Porque decidieron dejarme ir, a pesar de que había sido testigo de los
cuerpos que estaban aventando por el barranco. Nunca sabré porque no decidieron
violar a Lucero, y luego matarla, el universo siempre ha cuidado de nosotros,
así como lo hizo en Israel al caminar por un campo minado. Lo que si estoy
seguro es que eso nos impulsó a tomar la decisión de largarnos de Durango.
Sesenta días después estaríamos comiendo Kebabs en las orillas del Támesis en
Londres, paseando en bicicleta por Trafalgar Square y bebiendo Stella Artois en
el Palacio de Buckingham. Del dicho al hecho hay mucho trecho, pero en está
ocasión. Se cumplió, no hubo despedidas amargas ni lágrimas, solo un: Ya no
podemos seguir aquí, este lugar no es para nosotros, nunca lo ha sido, por más
que no lo hayan enseñado desde la primaria, por más que nos quieran amarrar,
vamos a romper las cadenas cuantas veces sea necesario.
¿Caminaremos toda la
noche por las calles desoladas?
Los árboles juntan sus
sombras, las luces salen de las casas,
los dos estaremos
solos.
Que experiencia tan maravillosa, ojalá puedan seguir compartiendo las experiencias de sus viajes, pero sobre todo no dejen nunca de viajar y soñar. Me dijo mi hijo Maximus "estoy imaginando, que es soñar despierto"
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